23 de junio de 2011

ARCO IRIS

Jackie & Me
Ya te veo brillar, en tu escenario con el brillo del azul del mar. De a poco, a su tiempo, al tiempo verdadero, llega el destello que está guardado. El que comenzamos a ocultar con cada palabra que aprendemos, con cada gesto que practicamos, con las definiciones que nos inventamos. El resplandor que teníamos anidado para no entorpecer el plan, ese que parece perfecto.
Y tan sólo se trataba  de vivir.

El destello que enceguece lo natural. Aunque si nos animáramos a ser más naturales, todo sería una única luz, la nuestra, la innata. No paranoias, no miedos. Pero estudiamos otro manual y gracias a su enseñanza, nos asustamos cuando asoman los rayos de Sol. Y quizá si tan sólo miráramos a través del destello, nos daríamos cuenta que la armonía reina en nuestro mundo. El interior, el natural.  Y no lucharíamos por querer ver lo que no se ve. Ese es el error de creernos enceguecidos por el destello. No estamos ciegos de tanta luz, sino adentro del mar en el que nacimos, pero desacostumbrados a ello.
Y entonces ahí te veo brillar.
Te veo y me veo.
Me veo hoy, como no me veía ayer.
Aunque estas palabras llegaron a mi alguna vez, para reeducarme. Y cuando no fueron palabras, fueron hechos, como el de reencontrarte. La luz se me seguía mostrando, naturalmente, tenía que verla.
Ver.
Darme cuenta.
Y todo a su tiempo, el tiempo natural. A medida que vas demoliendo las barreras te permitís ir avanzando.
Te imagino bailando, sonriendo sonrisas. ¿Hasta dónde llega tu sonrisa? Yo la descubro amplia y la encuentro en el reflejo de la mía. Amplias sonrisas, tan amplias que muerden las orejas. Más sonrisas que cualquiera. Estar en armonía. Vivir para vivir.
Ya te veo ahí bailar.
Y vamos creciendo, encontrando el  lugar, el de uno mismo. No hay planisferio que valga cuando encontrás el lugar. Vivir bailando, como cuando reis al cielo y decís “¿quién me quita lo bailado?”. Ahí mismo está la respuesta.
Aceptar.
No es suficiente darse cuenta que hay que darse cuenta. Si no aceptarlo.
Y quizá alguna otra técnica más.
Y si hoy me tocara llorar, lloraría. Porque así lo vivo, lloro y río. No hay plan, hay sueños. Son más livianos ¿no lo creés? Entonces soñamos y nos despertamos viviendo el sueño o cambiándolo por otro.  Los sueños son más livianos.
Yo, y quizá alguno más, te veo bailar, brillar. Con “b” de “buena”, “bonita”. Con palabras. Pero sin ellas también. Con silencio.
Ahí está el escenario con una sola luz iluminando el centro. La luz nace del suelo mismo y veo tu cara y la mía, sin esperar ningún aplauso, como suspendidas en una amplio arco iris.
Sonriendo.