10 de mayo de 2011

FRAGMENTO

- No soy la luz, soy la oscuridad.
Le sonrió con ternura, a punto de aceptar sin más sus palabras. Pero contestó:
- ¿Qué es la oscuridad?
Vaciló un momento, dejó que la respuesta llegara a sus labios y habló:
- ¡Esto es la oscuridad!
- Esto me gusta.
- No, no te gusta. Pero lo elegís, sin embargo.
- ¿Qué te hace creer que yo…?
- Yo no creo nada – interrumpió.
- Entonces qué es lo que acabás de decir.
- Un decir, eso – hizo una pausa que ella acompañó. – Lo que pasa es que vos me tomás muy en serio.
Hubo otro silencio. La lluvia estaba cayendo cada vez con más fuerza.
- ¿Y cómo es?
Entonces él preguntó con curiosidad:
- ¿Cómo es la luz?
Le gustó esa pregunta. Bajó la vista, permaneció callada, paciente. Y al girar la cabeza, encontró el rostro de él, observándola.
Sonrieron.