26 de diciembre de 2010

Otras cosas

No sé bien que es lo que pasa. O sí, lo sé. Lo sé demasiado bien. El fin de año, ese final que nos muestra el bendito calendario con el que regimos nuestras vidas, me saca mucha melancolía. Me saca balance, me saca análisis, me trae el recuerdo de los sueños de cuando empezó. Me vuelvo a sentir cansada, aburrida, frustrada (más de la gente, que de mi misma). Me pongo el espejo delante y veo mi sonrisa sin risa, sonrisa momentánea, sonrisa que esconde algún dolor, alguna sensación de vacío. Si quizá siento que me angustia la pena de mis sueños no alcanzados, menos me ayuda lo poco que me identifico con mi entorno. Amistad, política, deseos, son cuestiones por las que me relaciono con la gente, y todas me llevan a un debate que más que enriquecerme, me aleja por lo diferente que me siento con todos ellos.
Si bien me hacen feliz mis amigos de los dedos de una mano, y la soledad de mi casita muchas veces es mi mejor compañía, no hay muchas alegrías compartidas con quienes he querido alguna vez pensar, que podría compartirlas.
Si bien vivo sin dejarme embaucar por farsantes, y soy consciente de que vivo en una sociedad con leyes y normas, que siempre veré como inventos innecesarios en nuestras vidas, me involucro, sin fanatizarme, y me encuentro en un circo al que no tenía el más mínimo interés de asistir. Pero estoy, esquivando boludeces que hacen los actores para entretenerme. Y no puedo abrir la puerta y salir; o sí puedo, pero no quiero. Hay otros actores, los de mi propia vida, de los que no quiero alejarme y por los que elaboro cualquier plan de sobrevivencia y tolerancia, para conseguir levantarme cada mañana con la mínima satisfacción de que hago lo que quiero, y no lo que me quieren hacer creer que debería querer, defender. Pero el circo es muy grande y está lleno de gente mediocre, soberbia, corrupta, ambiciosa, ingenua, ciega. Mezclados, los que hacen el show y los que los aplauden, o en los peor de los casos, los adulan.
Si bien los deseos son el motor de cada día, cada vez es menos espontanea la salida de ellos al exterior. Más medida, para no quedar expuesta al abandono por querer compartir, proyectar, jugar, explorar. Tengo un deseo visible porque me sale por los poros, las pestañas, y nadie, absolutamente nadie, desea mi deseo. Entonces mucho más no puedo seguir, porque mi deseo es para compartir, crecer compartiendo, elaborando, brindando. Aceptando. Es un deseo de decir lo que pasa y no ponerle prejuicios, relajarse. Y como todo es parte de un todo, mi ansiedad de deseo por salir, se vuelve torpe, porque el todo del que es parte, observa demasiado su expresión, y lo inhibe. Lo hace artificial, medido, ansioso. Mi deseo se torna cada vez más ansioso, menos divertido. Casi casi imposible. Casi… por eso sigo, sueño, renuevo el deseo, la apuesta. Y me hago cargo de mis desbordes y busco encontrarme el eje que dosifique lo que doy de mí.
Así y todo, llega el fin de año de este calendario y el gesto que mejor me sale, es el de gratitud. A muchas personas, experiencias. Todo suma, aporta al crecimiento, al goce de la vida. Que el goce con matices es más rico, más sabio. Llego tropezando, muchas veces con la misma piedra y sin comprender, cómo puede ser que no me haya dado cuenta, o que no haya intentando hacerlo distinto esta vez. Preguntas sin respuesta, que se vuelven poesía en un papel.
Agradezco a mi coraje que me llevó a dar el gran paso para salir del nido.
Agradezco a los amigos, a los de los dedos de una mano, que empujaron a mi coraje para que me empuje a salir (no sólo del nido, sino de tantas otras).
Agradezco a mi responsabilidad, que me llevó a sostener un puesto de trabajo que me ayuda a sostener esta vida de normas y calendarios.
Agradezco a mis padres y a mi hermana, por hacer honor a ese título que tienen en mi vida, con los gestos más amorosos que estos vínculos pueden dar.
Agradezco a mi Jacqueline, por darme su energía a través del océano, que sin más explicación que la pura felicidad y un puro amor, logra hacerme más liviano este camino.
Agradezco a mi pasión, mi arte, por no abandonarme, por estar siempre esperando que lo quiera usar, para sentirme libre y en armonía.
Y así y todo no sé bien qué es lo que pasa.
Pero ya lo dijo Lennon: es la vida lo que está pasando, siempre.
Mientras nos ocupamos de hacer otras cosas.

9 de diciembre de 2010

DUELO

A Pablo, su hermano y su padre

Tres hombres
sus cabezas inclinadas
apoyándose una con la otra.

Tees hombres
un solo corazón
rasgado, desgarrado.

Son tres hombres
soñando el sueño que no quieren soñar
que no ensayaron.

Tres hombres
sus lágrimas rodando
una herida de mi propio sueño
no ensayado alguna vez
abre su cicatriz.

Tres hombres abrazados
los tres adultos y niños a la vez
siguiendo la sombra de una mujer.

Tres hombres
en la retina de este día sin reloj
de línea recta en los labios
de pensamientos lentos
de silencios en la mirada
en un abrazo
de te quieros sólidos como una piedra
de manos
caricias
del último y más recordado perdón.

Tres hombres
uno de ellos muy cerca de mi corazón.
Mis manos
caricias y sonrisas
a su disposición.

Y mis las palabraspara exorcizar el dolor
para acomodar lo que veo
vivo
reacomodar lo que sigue
después del duelo
del dolor.

25 de octubre de 2010

SER

Así funciona
la Tierra gira y amanece
vienen las gaviotas y cualquier otra ave
a descubrir la aparición del Sol sobre el horizonte.
El gallo canta anunciando
desde mucho antes que aclare la noche
la llegada del nuevo día.


Así funciona
cuando la brisa es brisa
suave y fresca
huele bien.
Acaricia la piel que da gusto sentirla.

Así es como esto funciona
amanecer, contemplar
la Tierra gira
la vida se mueve
se genera y regenera.
Echarse con la mente calma
como es
como debería ser.
Natural
como un batir de alas
como el ladrido de un perro
o el cantar del gallo.
Como las olas
las del mar o las de un río.
Amanece
o cae la tarde
o la lluvia
brilla un relámpago.

Así funciona.

Así es como intenta explicarlo nuestro reflejo, cansado. El que nos llega cuando no queremos ver. Cuando no queremos parar ni a respirar. Por eso ahora, respiro.
Inmóvil.
Con el dolor de un humano que deshumaniza todo lo que lo rodea. Pero encontrando la calma que la propia vida intenta mostrarme que existe. Porque la vida es calma, es goce. Quizá algún día sufra menos hasta a la propia muerte. El día que el goce natural de la vida me llegue y sea uno con él, ese día la muerte me resultará parte de la vida. Realmente lo veré.

Porque esto es lo que es.















Un movimiento circular, una rotación, un solo movimiento que nos encuentra en el mismo momento de goce que el de ayer. La vida como parte de la muerte, y también al revés.

Así funciona.
Así es.

13 de agosto de 2010

DIEZ

Un encuentro así
donde el tiempo no cuente
los años, la realidad, ni mañana.
Pero mañana siempre cuenta
y los finales parecen eternos
aunque algunos finales se van con una sonrisa
dejando huellas que volverán.
Y cuando vuelve un final feliz
es como un presente constante
su recuerdo deja sensibilidad.

Un encuentro así
sin rechazar ninguna caricia
sin mezquinar ningún gesto.
Dos buenos amantes
riéndose
escuchándose.

27 de junio de 2010

San Juan

Se dice que las hadas españolas suelen tener especial predilección por la Madrugada de San Juan. Es considerada la gran noche del amor, los oráculos, la adivinación y la fertilidad. Desde tiempos prerromanos se han realizado en España diversas celebraciones, en las que el fuego, en forma de hogueras o luminarias, juega un importante papel. Se ha interpretado que con esta acción se pretendía "dar más fuerza al sol" que, a partir de esos días, iba haciéndose más "débil", ya que los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno.

Encendió una chispa que cambió su mundo a la mitad. Ella se quedó en la mitad que quedó dentro. La otra, se hizo hielo por fuera del calor. Una lengua amarilla, ardiente, flameaba al compás del viento, que la avivaba aún más. Fue en la orilla de un mar azul, negro en aquel momento por la noche que se caía una vez más. Imagino que sus manos eran frías y sus pestañas color marrón. Presiento que había silencio en los muros del viento.

El fuego trae luz. Es en aquella noche que la leyenda vuelve esperanza las ilusiones tontas. Y es en la órbita de esa ronda invisible, donde se unen los mundos, de un mismo mundo, fraccionado, devastado.


Cuenta la leyenda que en la madrugada del día de San Juan, solía aparecer una dama muy blanca con el pelo muy largo y rubio, al pie de la cueva de la Camareta, a orillas del camino de la Junta de los Ríos, sentada en una piedra y peinándose con un peine de oro, preguntándole, si alguien pasaba por allí, sobre qué le gustaba más, si el peine o ella. Dicen que en cierta ocasión pasó un pastor y al hacerle la pregunta éste respondió que el peine, exclamando ella: ¡maldito seas, que por tu culpa seguiré encantada!


Una noche en la que las hadas quieren ayudarnos a quemar. Quemando, o aunque sea reflejando el fuego en nuestras pupilas, dejamos que cierta magia renueve la noche. Imagino el fuego iluminando su rostro, tan mio, tan lleno de nosotras.


Y un mundo que nos separa, pero una leyenda que nos une, en la noche de San Juan.

20 de mayo de 2010

SALIR SALIR SALIR


Irme sola como lo que es
como lo que somos
borrarme de la vida de los demás
que es como borrarse de la vida de uno mismo.

Vivir en soledad

Salir del ruido
entrar en donde no haya presión
no jugar más
pero seguir creciendo
madurar los años biológicamente
sin más

Salir salir salir.
Gritar
nadie escucha
no entran las verdades en los oídos humanos
aunque estamos llenos de verdad
nos brota por los poros

Vivir practicando la vida
pero siempre sigo el manual
y éste es el rincón que he creado
tan doloroso
tan amoroso
sensible en la medida que ya no se mide

Tengo que desaprender el manual
no echar culpas
ni cargarlas
sonreírle un poco más a los fantasmas
y dejar de querer estar en su lugar.

O tengo que salir
escaparme cuando me duela la vida
para poder seguir viviéndola
sin más.

14 de marzo de 2010

DISFRUTAR


Hubo un momento en que el sueño dejó de soñarse. Los pasos iban y venían por el piso nuevo de anécdotas. Se estrenaban ruidos, olores, decisiones.
Hubo quien cargara con el peso de lo supuesto. Arrancaba la piel gastada, pero bien adherida en su cuerpo. Hay que imaginarse realmente a un alguien arrancándose la piel. Porque para quien no lo haya visto alguna vez, así fue como ocurrió.
Cuando el mandato es la opción en lugar de lo evitable, se despiertan en el corazón huidizo de dictámenes, las alarmas que reaccionan el circuito sanguíneo que da calor con su torrente, a los más puros sentimientos. Así es como el mandato no le gana a la pulsión. Lo simple se descubre como lo natural. No hay más que decisiones hacia una misma dirección, que es la de quien decide. Se van, de a poco los miedos, esos que torturan hasta generar fisuras en las venas. Entonces, la sangre se va de su curso, nos quedamos hambrientos de nuestra propia pulsión.

Y nos detenemos.

Hubo un encuentro, un reflejo. Y en esos ojos encontrados nació el espacio para contemplarlos.
Hubo un paso. EL paso. Hubo lágrimas.
Hubo poesía. Y para las almas que reencuentran su poesía luego de tantos mandatos, las señales de la magia se tornan tan livianas y placenteras, como la vida misma que gira para lucir su cara de luz.
Hubo una mañana, la primera que amanecía en el torrente de su sangre. Hubo una poesía hecha canción. Y estuvo la marca de un ángel y su magia despertando en algún umbral, para llegar con la brisa hasta los acordes de esa mañana.
Hubo un momento que desconectó el reloj sus agujas. Que trajo una imagen de lo simple, de volar.
Hubo un momento que bautizó de magia aquel comienzo.
Hubo un momento que fue poesía.

Y disfrutándolo, sonrió.

24 de febrero de 2010

CENTINELA

El reflejo de una marquesina sobre la ventanilla del colectivo. Una noche más de nostálgica Buenos Aires. De soledad.
El reflejo se deforma a la par que avanza el tránsito y conforme las ondulaciones del vidrio. El rojo predomina. La sangre. Pasión.
Los tubos encendidos hacen un ruido imperceptible en el barullo de la avenida. Pero es algo así como bzzz…bzzz… ya nadie lo escucha. La gran manta de asfalto no volverá a quedarse muda por mucho tiempo. Quizás hasta alguna vez fue blanca y hoy todo lo cubre el gris. Pero seguro alguna vez fue tierra, lodo, gusanos, vegetación. Justo donde se ha detenido ese ómnibus de dos pisos, hubiera plantado mi naranjo en flor. Como el tango. El que se escucha tanto como las bocinas desafinadas. Como el tango, andar sin pensamiento. Amar, partir.
El rojo predomina, como la sangre que llena de oxígeno al corazón. Y el pensamiento que se ha ido para hacer de mi sueño una canción, se encuentra en el punto infinito de la distancia, con el corazón que grita en medio de tanto cemento, bocinas, aceras ventanas, bzzz…bzzz… y vuelve circular a la punta del obelisco. Centinela de la soledad que gira a su alrededor.

12 de febrero de 2010

EN TUS MANOS

Una poesía en tu honor
para quitarte de la mente
borrar tu sonrisa
borrar tu mirada.
Porque vuelas tan alto
que me cuesta alcanzarte.
Aunque quizá no se trate de alcanzarte
sino de compartir.
Y yo quiero compartir.


Llegar hasta donde se esconde el Sol
bajar donde nace la ola en el mar
subir donde se infla una nube
dormir donde un relámpago se encendió.
Salir de las palabras
y convertirlas en acción.

Una poesía para curar la pasión
para exorcizar el deseo
borrar tu aliento
borrar tu piel.
Porque en un pantano de ansiedad me ahogo
y se me hace tan difícil no soñar.
Aunque quizá no se trate de no soñar
sino de disfrutar el proceso.
Y yo quiero disfrutar.

Llegar hasta donde se esconde el Sol
bajar donde nace la ola en el mar
subir donde se infla una nube
dormir donde un relámpago se encendió.
Salir de las palabras
y convertirlas en acción.

Una vez más
desvelo mis noches en una canción
y me pierdo en las manos
que transforman lo que digo.
Tu misterio
y la alegría del encuentro
me trajeron a este poema
que en tus manos
sería canción.

4 de febrero de 2010

Nada más

Fuera de lugar y mucho más allá. Una vuelta por el paraíso que se relaja y aparece en un próximo soñar.
El intento de detener el tiempo es tan frágil como la arena escurriéndose por entre medio de los dedos. Y cada instante de tiempo detenido es el cuerpo diminuto que se terminó. O que volvió al río, con el último brillo del Sol.
El tiempo no pasa ni pesa en el lugar del mundo donde se pone el Sol. Donde la calle oscura no es peligro. Donde el día despierta perezoso, secándose el rocío. El lugar del mundo del silencio para descansar. De la silla en la puerta, conversando sin más.
Detener el tiempo. El tiempo que dejé atrás. A la vuelta lo retomo en el lugar donde está. Y es tan oscuro el camino, tan quieto, que más que miedo, me quita las ganas de soñar.
Frenar el tiempo en la orilla, frente a un río o a un mar. No contar los minutos, no medir. Frenar el tiempo que quedó atrás o quizá sin pausa, hacerlo parte de este paraíso donde me da gusto estar.
Frenar el tiempo y salir a caminar. No contar las distancias, no acelerar. No adivinar lo que vendrá, ni suponer lo que no pasó. Frenar el tiempo anterior, que no hace más que condicionar el recorrido del Sol.
Frenar el tiempo y quién me ayuda a volverlo a arrancar. El regreso se torna muy pesado. El paraiso me ha endulzado tanto (aunque con silenciosa soledad) que me lleva al punto cero, bajo cero, nada más, nada de aquí en más.
Frenar el tiempo o dejarlo andar a la par de este viejo y nuevo intento de renovar.
Nada más, nada de aquí en más. Y ahí me quedo en la orilla, viendo escurrirse la arena, tan frágil, como el tiempo que se va.