10 de septiembre de 2009

¡ES UNA VARÓN!

Tenía que ser varón.
Para jugar a la pelota o con los autitos. Para no sentirse tan fuera de lugar cuando le dice a alguien que le interesa. Esas son cosas de hombres. Y quedarse mirando a alguien hasta intimidarlo. Y pasar el brazo por encima de su hombro cuando estén sentados.
Tendría que haber sido hombre, porque fue gestada como tal y es creer o reventar, pero esos misterios que involucran a los genes y los pensamientos, parecen no equivocarse. Porque recién cuando nació comprobaron que era nena. Y tendría que haber sido varón. Porque sus ganas de llevarse puesto al mundo no son propiamente femeninas, y está claro que es más afín a las groserías que a las sutilezas. Está en su sangre porque así se gestó.
Varón.
Porque tiene la convicción que su vientre no dará frutos. Porque ningún intento de conquista se llega a cumplir porque la estrategia no conecta con su esencia de varón. Porque su aroma no es de mujer y es buena compañera de bromas y hasta de placer, pero después se mezcla lo que su pensamiento mujer busca, con lo que su esencia hombre puede obtener.
Y no encaja, algo no está bien. Llora como una niña, como mujer, pero la vida le da golpes que sólo un hombre debería vencer. Queda fuera de lugar su forma masculina de sentarse, su comodidad en poner las manos en los bolsillos del pantalón, su amor infinito por compartir momentos junto a su padre, su coraje para realizar grandes esfuerzos, propios de un varón.
No tiene salida del cuerpo ni de la educación que le tocó.
O sí la tiene…
Aprendió que su rol debe ser femenino. Y quiere ser madre y su cuerpo seduce y hasta se jacta de tener el instinto de mujer.
Descubrió que tenía que ser varón. Y hoy muere una noche más entre lágrimas, creyendo que encontró una buena explicación.