11 de agosto de 2009

BUEN VIAJE

¿Quién se atreve viajar en soledad?
Quién se anima a encontrar el misterio de sus propios ecos, sus murmuraciones, los sonidos y las huellas de sus pasos.
Quién se anima a que nadie lo persiga y lo cuestione, nadie lo tome de la cintura, o apoye su mano en un hombro.
Quién pretende no aburrirse de su propia sombra en el camino. De ser el único en las fotos.
Quién le hace frente con sólo un par de oídos a los sonidos de la aventura en cada esquina. A quién le basta sólo con un par de ojos.
Quién pretende sólo frotar sus manos entre sí, para quitarse el frío, o a calentar el cuerpo sólo con más ropa de abrigo.
Quién no le teme a la locura de las charlas en el espejo o a las decisiones consultadas con la propia conciencia.
¿Quién se anima?
¿Quién le hace frente?
El viaje de pronto, es la obligación de hacer el viaje. Es una soledad amarga, pero su sabor no molesta. Es cuando se acepta el camino tal y como pareciera que quiera estar.
Y el viajero solitario hace carne su destino y brindará su persona como ejemplo, cuando escuche la pregunta ¿quién se atreve a viajar en soledad?