26 de junio de 2009

UNA BUENA VISTA

No ser. Ir más allá o retroceder. Decidirlo sobre la marcha.

Es una mañana sin Sol. Tomás cruza la plaza que le arrastra los pies todos los días. Elige uno de los bancos y se sienta. Allí la ve otra vez. La ventana alargada, las rejas negras de estilo colonial. La cortina blanca, separando al misterio de lo absurdo. El balcón francés de la derecha tiene hoy una maceta más. Tomás sabe que se trata de jazmines. Buena época para que florezcan, piensa.
En el balcón de la parte superior, se nota la caricia de la lluvia de ayer. El largo barandal luce más brillante.
Tomás agarra el dibujo que ha traído y lo sostiene en frente de su cara. Las columnas de la imagen parecen una copia de las que se ven más atrás, sobre los muros que rodean aquellas ventanas y los balcones. Desde el ático se debe lograr una buena vista, piensa Tomás. Y ahí va él, escapando de la plaza, de su banco.
No encuentra el sonido que busca. No alcanza la imagen que sueña.

No ser. Volver más acá o alejarse. Decidirlo.

Las personas se desfiguran viéndolas a través de una burbuja. Tomás rueda dentro de su delgada pompa de jabón y sus ojos descifran los secretos que cubren las corazas. Así y todo, la burbuja resulta más impermeable que cualquier escudo que rueda por la plaza. Tomás no siente pies ni cabeza. Sólo se deja fluir. Desde el ático se debe lograr una buena vista. Entra por aquella ventana, sale por aquel balcón. Pareciera que una foto antigua de la ciudad se derrumbara ante su mirada. Los murmullos de la calle suben por una senda peatonal despintada. Tomás habla con las sombras de los que no ven, pero pasan.

No ser.
O volver a ser.

25 de junio de 2009

ERÓTICO


Una mujer desnuda
como un ovillo enroscada
escapa de algunos recuerdos
caen lágrimas de tormento.
Sus propios dedos caminan con afecto sobre su cuerpo
brotan sus poros en la piel lisa
de la juventud devastada.

Una mujer desnuda
y abandonada.

Una mujer que no cabe en el deseo que sueña
el viento lastima el calor que ella emana
el camino en su espalda
recorre lento las curvas
se hunde en la cintura
asoma a la altura de una línea moldeada.
Dos pezones rosados
comprimidos en el centro de una blancura blanda.

Una mujer desnuda
y abandonada.

Una mujer que no encastra en el pasado
su vida deja de ser lo que fue
dos muslos suaves
alientan el impulso de las pantorrillas
a la punta de los pies
empujando el presente.

Una mujer en silencio
la respiración temblando
los dedos húmedos
en el centro profundo de su cuerpo
las manos buscan encontrar otra piel.

El cuerpo mujer del desnudo abandonado
se arquea suplicante
y el presente ríe satisfecho
late y se desvanece.

Una vez más
el pasado quedó detenido
en un llanto a medio caer.