22 de septiembre de 2008

ARTE

Entrar por un momento
no dejarme escapar
en la sonrisa que brilla blanca
en las manos que hacen vibrar
una canción.


Entrar por acá
por el camino que no mide las palabras
en el que ya no tengo que dudar
y no contiene más que la alegría
de poderlo lograr.

Anclar en este rincón
de noches en sábanas mojadas
por algún llanto
y tener el cuerpo que anhelo
según la ocasión.

Soñar un poco más
con el amor que llega
con el que se hace posible
con lo absurdo.
Matar la noche vacía
para que nazca una ilusión
que ruede por mi cuerpo.

Sonrisa blanca
manos de canción
reviven una ilusión ahogada
en una Primavera sin Sol.

5 de septiembre de 2008

FOTOPALABRA

Mi cuerpo desnudo, sentado sobre tu vientre, sosteniendo en un abrazo tu cuerpo, para que puedas permanecer sentado también. Y la fuerza con ambos brazos, para lograrlo.
Tu boca hundida en uno de mis pechos y el abrazo cada vez más fuerte, para que no te vayas de ahí. Levantándote la remera que aún llevabas puesta, para poder sentirte la piel, y para que sientas la piel de mis manos y mis brazos.
Nos balanceábamos y yo, inclinaba mi cabeza sobre la tuya. Seguramente en ese momento me estabas penetrando, pero no me importó. Será este instinto maternal que me invade últimamente, el que me hizo disfrutarte como un niño entre mis brazos.
Ahora es imagen eterna en la retina, como si no hubiera sido parte y tan sólo hubiera observado.



Y las palabras
siempre las palabras
para embellecer
¿o arruinarlo?
todo.

DE A DOS



La mesa ratona está próxima al balcón. La noche está calma de ruidos y de tormenta; no hay inconveniente en que una de las persianas esté abierta. La mesa es cuadrada, sin sillas. Dos platos de porcelana azul y un par de cubiertos al costado de cada uno. Dos copas de cristal sobre posavasos de puntilla broderi. Dos servilletas de tela, en color negro, dobladas sobre cada plato. En una de las esquinas de la mesa, una frapera colmada de hielo mantiene fría una botella de vino blanco. Una servilleta, negra también, cubre el cuerpo de la botella. En la esquina opuesta, una fuente plateada trata de contener debajo de su tapa, el aroma a comino y el sabor a bechamel. Dos candelabros labrados, entre medio de las copas de cristal; una vela azul en cada uno. La tenue brisa desde el balcón, hace flamear las llamas. Martina está por llegar. Tomás dejó la puerta entreabierta para que ella pueda volver a sentirse como en casa. Desde el palier llega el sonido de la puerta del ascensor que se abre. Se cierra. No se oyen pasos. Desde el balcón, Tomás enciende con el control remoto el equipo de música que está sobre el piso, cerca de la puerta de entrada. Martina volverá a escuchar la melodía de Elvis que alguna vez los enamoró y sin más, entrará.  I can’t help falling in love with you resuena entre la brisa que refresca la pequeña sala y sus ondulaciones escapan hasta el silencioso palier.
Por fin, se oyen unos pasos acercándose.

1 de septiembre de 2008

ATEMPORAL

Fuera del tiempo
una dimensión más allá.

Fuera del lugar que tapa mi sombra
aquí están las nubes y el aire que las trae
aquí está mi cuerpo tendido en el verde
de una mañana que se va.

Capaz de mirar sin edad
y escuchar sin conocer
de sonreír sin llorar
de empezar sin partir.


Una estrella roja brilla
y una nube azul
se cruza en la noche
con la mente de mis ojos
que no piensa en dónde está.

Fuera de la línea

que no sabe de volver
que divide la normalidad