6 de agosto de 2008

ALEGRÍA

Llovía
era un buen augurio.
El miedo
obstáculo que vibra
se colaba por entre los latidos del corazón.
Y frente al abrazo de la despedida
no hubo más que lágrimas.


Un viaje de ida con regreso programado
pero tan infinito
como sólo el miedo a vivir un sueño lo puede ser.

La puerta del cielo se abrió
y subió a traspasarla como un ave dejando el nido.
Y en la soledad de la espera de un abrazo
sufrió su alegría por descubrir.

Llovía
y brillaba el Sol
sonriendo junto al mar
bañándose en la Luna
subiendo alguna torre
espiando al mundo
con los ojos de una nube.
Pasaron largos los minutos
que no dejaron de ser cortos en el reloj
y torció al viento con cada despertar.
Los rieles subían
las pistas traqueteaban
en los caminos angostos
la antigüedad de este mundo
los símbolos
las reliquias
la gente.

Llovía
y salía el Sol,
todo a la vez
todos los días.

Pero vivir la soledad en la espera de un abrazo
no empaña la alegría de cada día que vivió
para viajar y descubrir.

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