“Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan o componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana.” Graham Greene
7 de agosto de 2008
PENUMBRA
6 de agosto de 2008
ALEGRÍA
era un buen augurio.
El miedo
obstáculo que vibra
se colaba por entre los latidos del corazón.
Y frente al abrazo de la despedida
no hubo más que lágrimas.
Un viaje de ida con regreso programado
pero tan infinito
como sólo el miedo a vivir un sueño lo puede ser.
La puerta del cielo se abrió
y subió a traspasarla como un ave dejando el nido.
Y en la soledad de la espera de un abrazo
sufrió su alegría por descubrir.
Llovía
y brillaba el Sol
sonriendo junto al mar
bañándose en la Luna
subiendo alguna torre
espiando al mundo
con los ojos de una nube.
Pasaron largos los minutos
que no dejaron de ser cortos en el reloj
y torció al viento con cada despertar.
Los rieles subían
las pistas traqueteaban
en los caminos angostos
la antigüedad de este mundo
los símbolos
las reliquias
la gente.
Llovía
y salía el Sol,
todo a la vez
todos los días.
Pero vivir la soledad en la espera de un abrazo
no empaña la alegría de cada día que vivió
para viajar y descubrir.
1 de agosto de 2008
Casi irreal
Rodó marumba dentro de una lágrima. Después, un cielo amplísimo se abrió en derredor. Llegó la gota de sal marumba hasta dos labios. Pasó por sobre ellos, indiferente.
Marumba fue miedo a lo desconocido. Las nubes fueron marumba: todo era compacto, pleno de magia y color. El presente fue un sueño en un nuevo despertar. El pasado, marumba.
Con el correr de los días, la maravilla fue marumba al cuadrado y hoy se repite en la memoria, como una historia que vuelve a comenzar.
No hubo brillo marumba en algunos de los parajes. La sombra marumba de unos pasos, fue la que supo caminar. Como una sonrisa pesada de tanta felicidad, los abrazos marumba de una noche, y de algunos días también, completaron un ojalá de nuevos rumbos. Mares, piedras: modernos, antiquísimos. El mapa se abrió en una mano que, marumba con cada amanecer, floreció de intrigas y recovecos.