29 de marzo de 2008

MAS LEJOS QUE YO

Escribo las palabras que salen del alma
escribo y hago el amor
amo las palabras que escapan de la cárcel
amo y vomito dolor.

Admiro las almas que llegan más lejos que yo
admiro sus ojos que me ven tal cual soy.

Tomo la pluma de mis manos
lanzo sobre mi mundo
el sinfín de melodías que no canto.
Cantan otros desde lejos
y me muestran mis anhelos
que aún no soy.
Me pienso vacía para poder llenarme
te pienso musa para escribir el amor
me invento alas para no caer
y matarme.

Me quedo junto a algún alma que llegue más lejos que yo
admiro sus ojos que me ven tal cual soy.

Escribo toda la noche
y todo el día también.
Amo hasta que me muera
pero después de muerta, no sé.
Admiro tocar un cuerpo
y no pensar en volver.

Paseo por la locura y la poesía
porque vivo en una cárcel
pero escribiendo respiro
lo que no puedo ser.

Cada tanto admiro las almas que llegan más lejos que yo
admiro sus ojos que me ven tal cual soy.

DIEZ AÑOS MÁS

Para amarlo
la vida voy a vivir.
Si no puedo amarlo
los sueños de crecer
no van a concretarse.

Para amarlo
diez años más
desde este día
para amarlo.

Los recuerdos
no se guardaron en un cajón
los llevo puestos.
Y el sueño que se hizo viaje
ya veré dónde lo meto.
Jugará conmigo
como juega tu recuerdo.
Vendrá cuando lo llore
volverá en poco tiempo.

Cuatro años más
desde este día
para entenderlo.

Sabor de espinas
que pasa lento
como el tiempo.
Figuras húmedas
que bailan en el firmamento.
Confuso sentir
la muerte juega en el centro.

Diez años más
desde este día
para entenderlo.

La soledad
quiere encontrarse con mi niñez.
Creo en ideas sin sentido
creo que podría haber sido distinto
creo que funcionaría.
Creo en La Cenicienta
creo en el amor para toda la vida.
La soledad
tiembla cuando ve a mi corazón
frente a tu sonrisa
que no es mía.

Diez años más
desde este día
para amarlo toda la vida.
Diez años más
y entonces serán veinte
pidiendo diez años más.

CARTAS DE AMOR Y LOCURA

Se me acabaron las palabras por ti
pero en cambio mis lágrimas no cesan.
No me ves estremecerme ya, por ti
pero en cambio los recuerdos  de tu cuerpo no cesan.

Cartas de amor
en el vacío de mi alma
escribiré en honor a lo que siento.
Cartas de amor
en el placer de los delirios
para serte fiel con la esperanza.
Cartas de amor
en el desahogo de una lágrima
para sentir el sabor de la agonía.
Cartas de amor
en lo oscuro de la muerte
para canalizar el deseo de suicidio.

Tus ojos ya no observan mi mirada
pero en las fotos siento el fuego de tus pupilas.
Tu voz no transita mis abnegados oídos
pero la voz de la música me sigue llenando.

Cartas de amor en silencio
con la voz de la soledad.
Cartas de amor con suspiros
por no ponerme a llorar.
Cartas de amor en secreto
porque nunca me arriesgaré a dar.
Cartas de amor y locura
aislada de los demás
dependiendo de lo que un día creí
me podías llegar a dar.

Cartas de amor infinitas
escribiré en mi memoria
me moderé las lágrimas
me apartaré en las sombras.
Nunca podrás encontrarme
aunque sé que nunca irás a buscarme.
¡Dime qué diablos me pasa contigo!
Dime, por favor
si es que te amo.

Cartas de amor sin punto final
sin principio y sin historias
vacías en palabras
porque ningunas dirán tanto como aquellas otras.
Las que ya te he dicho
en estas cartas de amor
ya te las he dicho.
Te amo.
En el delirio de mi mente
en el delirio de mi alma.
No temas
desde la locura
te amo.

21 de marzo de 2008

QUÉDATE

Un suspiro del deseo

palpita en mi cuello

mis lágrimas lo ahogan

y es que no puedo seguir sin ti.

Si tus labios bebieran

la sal de estas gotas

sentirías el deseo.

Quédate aquí.


Hundido en el delirio

en el sudor que calma la sed

cuando estés rendido

te quemará mi piel.

Sentirás el delirio

pero quédate aquí.


Si bebieras este húmedo amor

si reposaras sobre mi corazón

sentirías la piel

de una mujer

en esta mujer.


Por eso quédate

para que convivan el deseo y el delirio

quédate

para sentir que bebes y reposas

quédate

la historia es presente

la fantasía, realidad.

Y otra vez

quédate

ya los otros son fantasmas

y sólo tú y sólo yo

sentimos la piel.


Quédate para siempre

reflejado en las palabras

en una poesía

en un papel.

REGRESO

¿Dónde se detiene el tiempo?
Marcas y un reflejo en el espejo.
¿Cuándo el presente se volvió pasado?
Sonidos y las imagines corriendo.

Un vuelo lleno de miedos
explota en el torbellino
de todos los momentos.
Ya no hay lugar para el tiempo
no quedan minutos
y sólo está tu sombra frente al espejo.

¿Dónde se quedó esperando el tiempo?
¿Será en una cama
con edredón nuevo?
¿En un pijama vacío
tendido en el suelo?

¿Cuándo comenzó a moverse el viento?
Miles de espejos te buscan
miles reflejos.

Como si creyeras que no estabas viviendo
confiaste el adiós a un reloj quieto.
Pero ya lo ves
sigue escribiéndose el cuento.

Mueve los labios
parpadea
arréglate el pelo.
El espejo te pilla
y tu, distraído
buscando el tiempo.

LÁGRIMAS EN LA NIEVE

Tenía en los ojos la mirada de una niña.
Llevaba en el alma una revolución de emociones. Tenía bajo la piel todavía, la sangre caliente, revuelta.
Estaba de pie junto a la cama, aunque aún parecía un sueño. Durante la noche había estado acompañada. Ya era de mañana y estaba sola. Pero cargaba sobre el pecho con su transpiración. Y sentía que el pubis no era el mismo que en el día anterior. Y la boca tan sólo tenía otro sabor.
Tenía en los ojos la mirada de una niña.
Sabía que la noche había sido corta, como corto había sido encontrar el placer.
Tenía el alma cargada de emociones, como las que habían ardido en esa cama. No podía pedir más, como tampoco había pedido esa noche. Era increíble ver los sueños hechos realidad.
Tenía en el alma el frío de la piedra y el calor de su cuerpo.
Sabía que allá afuera una ciudad invitaba a vivirla. Una hermosa ciudad.
Con todo ese bagaje sobre los veinte años, sabía que allá afuera había otro sueño por conocer. Uno pequeño.
Corrí las cortinas que cubrían las ventanas, los cristales testigos del cuarto donde se unieron todos los sueños, y al correrlas allí estaba.
La nieve.
Pálida, como esta piel ahora nueva.
La nieve.
Caía sobre la copa de los árboles y los techos de las casas. Esa era la sensación de vivir. Y en ese momento de soledad, mis ojos intentaban verlo todo, pero ya no con la mirada de una niña.